Durante la época de agosto y septiembre, Cuernavaca presenta intensas y continuas lluvias, las cuales, son ideales para el crecimiento de una fruta pequeña pero deliciosa: los nísperos.
Esta fruta pertenece a la misma familia de las peras, ciruelas, manzanas y cerezas.
Su cuerpo es carnoso y amarillo, con una piel fácil de pelar y que presenta una ligera capa de aterciopelado que lo protege de agentes externos.
El sabor es dulce pero con un toque ácido al final, sobre todo si se consumen cuando el tono de amarillo que presentan es pálido. Si se comen cuando el color es intenso, su sabor será sumamente dulce.
Este fruto puede consumirse directo del árbol, aunque también pueden producirse postres, mermeladas o conservas con ellos.
Nutricionalmente hablando, por cada 100 gramos de nísperos, se aportan 50 calorías, además de vitaminas C, E, B1, B6, B2, B9 y carotenos. También cuentan en su composición con minerales como el potasio, fósforo, calcio, magnesio, sodio, hierro, zinc, yodo y selenio.
El consumo de esta fruta promueve la mejora de los riñones y la protección ante las infecciones de vías urinarias.
En Cuernavaca, es fácil encontrar un árbol de nísperos en muchos lugares: las banquetas, parques y en los jardines de las casas, ya que su cultivo es sencillo, requiere mucha agua y poco sol para crecer esplendoroso.
Así que ya lo sabes, consume nísperos y si puedes, planta un árbol de este increíble fruto que es fácil encontrar en la capital de Morelos.