En los bosques de oyamel de Michoacán, Homero Gómez González emergió como la única esperanza para la preservación de uno de los fenómenos naturales más bellos e importantes del mundo: la migración de la mariposa monarca. Apodado cariñosamente “el guardián de las monarcas”, su trágico fallecimiento a principios de 2020 dejó un hueco profundo en el corazón de la conservación ambiental en México, así como un crimen sin resolver que persiste hasta hoy.
Homero Gómez González fue un visionario y activista apasionado que dedicó su vida a proteger la mariposa monarca.
Originario de Michoacán, Gómez González convirtió su experiencia en la industria maderera en una valiosa herramienta para la conservación. Como administrador del Santuario “El Rosario”, uno de los refugios cruciales para las monarcas durante su hibernación, implementó tácticas audaces contra la tala ilegal y educó a la comunidad sobre la importancia ecológica y turística de preservar estos delicados lepidópteros y su hábitat.
Su labor revitalizó el santuario y desafió a quienes veían los bosques meramente como recursos para explotar, pues su lucha contra la tala ilegal irritó a grupos delictivos vinculados a la industria del aguacate en la región.
Desgraciadamente, Homero fue visto por última vez la fría tarde del 13 de enero, durante una reunión en el pueblo de El Soldado. Al día siguiente, su familia, aterrorizada, alertó sobre su desaparición. La respuesta por parte de las autoridades, específicamente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Michoacán, fue una investigación que dejó mucho qué desear.
Mayte Cardona, vocera de la comisión, expresó fríamente a medios internacionales que Homero "podría estar afectando intereses de quienes talan ilegalmente la zona".
Tras diez días de una búsqueda frenética por parte de amigos y familiares, su cuerpo finalmente fue encontrado, y la Fiscalía General de Justicia de Michoacán determinó que murió por “asfixia mecánica por sumersión con traumatismo craneoencefálico”; es decir, que se había ahogado.
A más de cuatro años de su muerte, el crimen organizado ha ganado terreno en este pedazo del mundo que es tan importante para sustentar la vida, pues la mariposa, junto con la abeja, es uno de los polinizadores más importantes; sin polinizadores no hay verduras ni frutas ni semillas, y el ser humano padecería una crisis alimentaria.
Así, la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, continúa enfrentando retos contra la deforestación, el cambio climático y la degradación del hábitat.
Cada año, millones de mariposas monarca realizan un viaje épico desde el norte de América, culminando en estos bosques mexicanos, aunque cada vez sean menos mariposas y cada vez sean menos bosques.
La historia de Homero Gómez González, profundamente entrelazada con la de las mariposas que tanto amó, permanece como un testimonio de su lucha y un recordatorio de los riesgos que enfrentan aquellos con la valentía suficiente para defender la naturaleza y el sentido común, pues México es un país marcado por las desapariciones y la violencia del crimen organizado, y el caso de Homero no es algo aislado, es un síntoma más, así como un emblema de la lucha perpetua entre la codicia y la custodia, entre el silencio y la voz de la naturaleza.
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