El peor de los sentimientos para el señor Francisco Javier fue el perder a su hijo de 15 años: una bala en la cabeza acabó con la vida de Arturo Ocampo, a quien hoy le siguen llorando y extrañando, después de que ha partido de la vida terrenal hace un año.
Ha pasado un año del terrible 1ro de septiembre de 2020.
Esa noche, 9 jóvenes fueron asesinados en la calle Lázaro Cárdenas de la colonia Antonio Barona de Cuernavaca, mientras se encontraban en un velorio; acompañaban a uno de sus amigos quién había fallecido unas horas antes tras un accidente en su motocicleta.
Francisco Javier Ocampo Díaz es papá de Arturo; el señor es taxista de oficio y relata que aquel fatídico día, se dirigía al municipio de Xochitepec a dejar un viaje que le habían solicitado.
Aproximadamente a las 22:00 h, Francisco justo atravesaba el libramiento de la México-Acapulco a la altura de La Barona, cuando su corazón tuvo un terrible presentimiento, sabía que algo no estaba bien, pero no le tomó importancia y siguió su camino a dejar el servicio de taxi al vecino municipio.
Al llegar a su destino, otra de sus hijas le habló por teléfono y sus palabras fueron “Arturo está bien, pero vamos para el hospital”.
En el trayecto de regreso a Cuernavaca, el señor Francisco traía consigo un nudo en la garganta y estaba al borde de las lágrimas, pero tuvo que continuar su camino para llegar a ver que había pasado con su hijo, el más chico de la familia.
Se dirigió al Hospital General “Dr. José G. Parres” de Cuernavaca, al llegar, el pronóstico médico no era alentador, pues su hijo tenía una bala alojada en la cabeza.
La esperanza parecía terminarse, la familia no daba crédito a lo que estaba sucediendo.
Un terrible silencio invadía el cuerpo del señor Francisco, sus brazos caídos en son de derrota eran producto de cada palabra desalentadora que los médicos pronunciaban sobre su hijo Arturo.
Pasaron algunos días donde el menor de 15 años permaneció en terapia intensiva, pero lamentablemente falleció y un 19 de septiembre, familiares y amigos le daban el último adiós a Arturo Ocampo, quien fue sepultado en un camposanto de la ciudad.
Un grito desgarrador, pero de silencio y con mucho dolor, retumbó en los corazones de toda la familia Ocampo; bien dicen que los hijos jamás deben partir antes que los padres.
Don Francisco admite que seguir su vida es sumamente difícil pero debe adaptarse a una vida sin la presencia de su hijo.
Al igual que a otros de los vecinos de La Barona, a Arturo le gustaba jugar fútbol. Su familia acudía a sus partidos cada domingo para alentarlo. Lamentablemente esto jamás se repetirá.
Su esposa y la hermana de Arturo han tenido que acudir a terapias psicológicas después de estos hechos, pues aún salen a la calle con miedo y peor aún, no superan la pérdida del buen Artur.
“Nuestra casa, la hora de la comida o la cena, no es la misma sin Arturo, tratamos de seguir adelante pero jamás lo podremos olvidar”.Francisco Javier Ocampo, padre de Arturo
Así es como han pasado los últimos 12 meses los familiares de Arturo Ocampo, sin la presencia física de su hijo, pero siempre con su recuerdo en el corazón.