La Mataviejitas: Del fanatismo y el trauma a la esperanza en la prisión

De un metro 75 centímetros, voz gruesa y de aspecto corpulento, con suéter rojo, así era la mujer que las autoridades del gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México) capturaron el 25 de enero del 2006, justo cuando salía de la casa de Ana María de los Reyes, de 89 años. Aquel día, ponerle las esposas significó el final de una leyenda urbana a la que diferentes medios de comunicación y programas televisivos buscaban poner rostro. Llevaba años asesinando a mujeres de la tercera edad cuyo único “error” era pasarse de confiadas.

Juana Barraza Samperio, “La Mataviejitas”, tenía 49 años al momento de su detención y aunque intentó huir cruzando frenéticamente las calles de la colonia Moctezuma, de la delegación Venustiano Carranza, fue aprehendida por dos policías que atendieron a los gritos de un chico de 25 años luego de que éste descubriera a una de sus inquilinas en el suelo e inconsciente mientras Barraza salía de prisa. Lo que vino después fue desenmascarar a una de las criminales en serie más polémicas, famosas y crueles en la historia de México.

“Sé que no merezco el perdón de Dios, pero ya lo hice”: Juana Barraza

759 años de prisión por el homicidio de 16 ancianas. Esa fue la condena para la mujer que hoy sigue en el penal de Santa Martha Acatitla y que está convencida de que no morirá tras las rejas. Antes de conocerse sus crímenes, Juana Barraza mantenía un perfil realmente carismático y hábil para las relaciones públicas.

Foto: Youtube

Durante muchos años, se le atribuyó la lucha libre como su empleo profesional. No era para menos, la mujer tenía su propio disfraz y se hacía llamar “La Dama del Silencio” cegada por su propio fanatismo por este deporte. Hasta la fecha, ella se dice luchadora, pero esto ha sido desmentido.

“La Parka y Latin Lover estuvieron a mi cargo”, dijo en una de sus entrevistas más recientes. La versión sobre “La Mataviejitas” peleando en el ring cobró también fuerza cuando un medio de comunicación nacional difundió material inédito en el que se veía a Juana Barraza unas semanas antes de su captura diciendo que era “ruda de corazón”. Irónicamente, tenía un suéter rojo muy parecido al que vestía cuando fue subida a una patrulla.

Lo cierto es que detrás de las anécdotas de “rudos” y “técnicos”, Barraza tenía una historia trágica que ella misma utilizó para explicar su odio por las mujeres de la tercera edad. Durante su infancia y en una reunión, su madre, alcohólica, la había cambiado por tres cervezas con un hombre mayor que abusó de ella y la dejó embarazada. Fueron las constantes humillaciones y actos denigrantes los que años después la obligaron a ponerse una máscara, y no precisamente de las que se ven en las arenas. La frustración de “La Dama del Silencio” provocó que adoptara un modus operandi en el que fingía ser una enfermera dispuesta a asistir a las mujeres mayores o hacerles trabajos domésticos. Después de ganarse su confianza, las estrangulaba o golpeaba hasta acabar con su vida.

Y luego el programa de apoyo para adultos mayores del entonces jefe de gobierno capitalino, y hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), le cayó a Barraza como “anillo al dedo” porque se convirtió en la oportunidad perfecta para ofertar asesorías en trámites. El resultado fue fatídico.

Juan Barraza logró repetir continuamente este método al punto de confundir tanto a la policía que terminaron por difundir un retrato hablado de un supuesto travesti como el autor material de los crímenes. El propio AMLO puso en su momento en tela de juicio la credibilidad de esta historia.

Hasta que en enero de 2006, luego de entrar en cólera y asesinar a Ana María de los Reyes porque le había intentado pagar menos de 30 pesos por planchar una docena de ropa, fue detenida con la ayuda de un joven que era arrendatario de la señora. “Yo sé que no merezco perdón de Dios, pero ya lo hice”, dijo “La Mataviejitas” en sus primeras declaraciones.

Foto: La razón de México

Juana Barraza, final de una vida en la cárcel

Todavía sonriente y determinante, Juana Barraza sigue en su celda con la esperanza de abandonarla y encontrarse con sus seis hijos. Un séptimo, el mayor y producto de la violación que sufrió, fue asesinado por una pandilla.

En 2015, “La Dama del Silencio” se casó y un año más tarde se divorció, “desde un principio le dije a mi marido que yo no lo amaba”, ha dicho Barraza. Ahora también niega muchas de sus confesiones de hace 17 años, además de que se percibe que sigue siendo temida por sus compañeras de prisión, misma que, por cierto, ha llegado a compartir con personalidades como Rosario Robles, ex jefa de gobierno del DF, y con la youtuber YosStop.

“Le puse sus cachetadas”, dijo “La Mataviejitas” sobre lo que le hizo a otra interna que la sacó de quicio. También la hemos visto en la ficción a través de series y documentales; la actriz Leticia Perdigón la interpretó magistralmente en un episodio de Mujeres Asesinas.

Ahora, Juana Barraza declara con lágrimas en los ojos, “Dios se queda callado cuando le hablo”. En el silencio seguramente recuerda cómo perdió sus dos máscaras y ahora, además de no poder escapar de la cárcel, tampoco puede escapar de la vejez. A sus casi 66 años, Juana Barraza, “La Mataviejitas”, ya tiene la edad de algunas de sus víctimas.


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