La colonia Portales, un barrio que respira la vida cotidiana de la capital, se vio sacudida por un acto de violencia doméstica que trascendió a leyenda urbana. María Trinidad Ramírez Poblano, conocida localmente por sus tamales, se convirtió en "La tamalera de la Portales", la protagonista de un episodio tan trágico como controvertido.
María Trinidad, una mujer cuya existencia giraba en torno a la crianza de sus cinco hijos y la venta de tamales, sufrió años de abuso a manos de su esposo, Pablo Díaz Ramírez, un peluquero con antecedentes criminales. La noche del incidente marcó el clímax de una serie de abusos insoportables. Según testimonios, Pablo castigó severamente a sus hijastros, negándoles incluso la cena. María, empujada al límite, tomó un bate de béisbol y en un acto de desesperación y venganza, acabó con la vida de su agresor.
Lo que siguió fue un acto de horror inimaginable. María descuartizó el cuerpo de Pablo, dispersando sus restos en diferentes lugares. Rumores infundados circularon sobre el uso macabro de los restos en sus tamales, una especulación que se disipó rápidamente. A pesar de esto, el mito persistió, alimentado por epigramas y leyendas urbanas.
La detección del crimen no tardó. Los restos fueron descubiertos, y María confesó. Su relato, una mezcla de arrepentimiento y justificación, resonó en la sociedad de la época. Condenada a 40 años, cumplió 20 en prisión. Su muerte en 1995 cerró un capítulo sombrío en la historia criminal de la ciudad.
La historia de “la tamalera de la Portales” trascendió la crónica roja, inspirando obras en cine y música. Se convirtió en un símbolo de las complejas dinámicas de violencia doméstica y venganza, y su relato sigue generando debate y reflexión.
"Yo solo quería que el abuso terminara. Era él o nosotros", se dice que confesó María. La comunidad, dividida entre el horror del acto y la empatía por su situación, aún reflexiona sobre esta tragedia.
La historia de “la tamalera de la Portales", más allá del morbo y el sensacionalismo, es un espejo de las luchas internas y las tragedias personales que a menudo permanecen ocultas detrás de las puertas de los hogares. Su historia, aunque extrema, es un recordatorio de las consecuencias del abuso y la desesperación humana.
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