Mireya Agraz, una madre llevada a un callejón sin salida

En el corazón de la capital mexicana, nace la tragedia de Mireya Agraz Cortés, un oscuro relato de injusticia y abandono institucional. El 7 de junio de 2017, la policía descubrió en la colonia San Jerónimo Lídice los cuerpos de una familia destrozada por el envenenamiento, dejando a una nación en busca de respuestas. La narrativa se complica al desvelar los antecedentes de este suceso, que comenzaron en 2010.

El calvario de Mireya empezó cuando su hijo de apenas tres años dejó de comer, tenía pesadillas y perdió el control de esfínter, síntomas que un médico identificaría como posibles secuelas de abuso sexual. Siguiendo su instinto maternal, Mireya buscó ayuda profesional, confirmando sus peores temores: su hijo había sido abusado por Leopoldo Olvera, su propio padre.

Armada con la verdad, Mireya presentó una denuncia en 2011. Sin embargo, se encontró con un sistema de justicia ciego y sordo ante sus súplicas. Lo que siguió fue una lucha agónica contra un sistema legal que, en lugar de ofrecer protección, se convirtió en cómplice de las atrocidades cometidas contra su familia.

Los intentos de Mireya por proteger a sus hijos chocaron con la indiferencia de los tribunales y la manipulación de pruebas. El dictamen final por parte de la jueza Cristina Espinosa Roselló fue que no había indicios de abuso sexual, incluso cuando dos evaluaciones psicológicas realizadas por UNAM y por el DIF declaraban lo contrario, y Leopoldo, abogado de profesión, ganó la custodia y patria potestad de los infantes.

Es en este callejón sin salida en el que una madre decide tomar la vida de su hijo de 10 años y sus gemelas de 6, escribir una carta con la frase “Prefiero entregárselos a Dios, que a su padre” y partir hacia un mundo mejor, lejos de un esposo respaldado por todo un ejército de manipuladores de la ley. Mireya planeó junto a sus padres su muerte y el asesinato de sus tres hijos.

Mireya Agraz Cortés y su familia se convierten así en símbolos de la lucha incesante contra la impunidad y el olvido, en un testimonio que resuena con la fuerza de quienes buscan justicia en un mundo a menudo sordo a sus clamores.

Con información de Luis Daniel Martínez.


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