El 23 de septiembre se celebra a uno de los santos más notables de nuestro tiempo: el Padre Pío. Aunque fue canonizado hace poco más de 20 años, en vida gozaba de una gran reputación de santidad.
El día de su fallecimiento, más de 100 mil personas asistieron a su entierro y unas 300 mil abarrotaron la Plaza de San Pedro en El Vaticano para su canonización. Su vida estuvo marcada por dones extraordinarios y una profunda espiritualidad.
Francisco Forgione nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, Italia; se unió a la orden de los Frailes Menores Capuchinos a los 16 años, tomando el nombre de Fray Pío. Tras su ordenación sacerdotal, su salud frágil lo mantuvo en su hogar familiar durante un tiempo. Ya para 1916, fue destinado al Convento de San Giovanni Rotondo, donde pasaría el resto de su vida.
Uno de los aspectos más notables de la vida del Padre Pío fueron los estigmas, heridas que replicaban las de la Pasión de Cristo y que aparecieron en su cuerpo el 20 de septiembre de 1918. A pesar de las heridas, estas no cicatrizaban, no se infectaban, no tenían mal olor y continuamente sangraban. Atribuyó estas heridas a una visión de Jesucristo y las llevó consigo más de 50 años, hasta dos días antes de su muerte.
No solo tenía los estigmas como don sobrenatural. También poseía el don de leer las conciencias y los corazones, lo que lo convirtió en un confesor muy buscado. Su capacidad para discernir los pecados y proporcionar consejo espiritual lo hizo popular entre los fieles. Además, tenía el don de la bilocación, que le permitía estar en dos lugares al mismo tiempo.
A pesar de su popularidad entre los fieles, el santo enfrentó persecuciones internas en la Iglesia. Fue acusado y calumniado por algunos miembros del clero local, llegando a ser prohibido de confesar o celebrar la misa para el público durante un tiempo. Sin embargo, afrontó estas acusaciones con obediencia a sus superiores.
El Padre Pío dedicó su vida a la oración y al servicio de los demás, fundando la "Casa del Alivio del Sufrimiento" en 1956 para ayudar a las familias necesitadas. Falleció el 23 de septiembre de 1968. Fue beatificado en 1999 y canonizado en 2002 por San Juan Pablo II en una histórica celebración que atrajo a más de 300 mil personas a la Plaza de San Pedro en El Vaticano.
Miles de creyentes de todo el mundo han informado de gracias y milagros obtenidos a través de su intercesión. Un caso notorio es el milagro de Matteo Colella, un niño que se recuperó milagrosamente de una enfermedad grave después de que su madre pidiera por él al Padre Pío.
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