Pese a los problemas de salud que enfrenta, el Papa Francisco presidió la Santa Misa de la Cena del Señor en la cárcel de mujeres de Rebibbia, en Roma, donde lavó los pies a 12 reclusas, tal como lo hizo Jesús con sus discípulos, de acuerdo a la Biblia.
"Todos tenemos pequeños o grandes fracasos, todos tenemos una historia, pero el Señor nos espera siempre con los brazos abiertos y no se cansa nunca de perdonar", afirmó el Papa durante su mensaje en el patio de la prisión donde se colocó una carpa para la celebración de la misa de Jueves Santo.
La cárcel femenil de Rebibbia es la más grande de las 4 que existen exclusivamente para mujeres en Roma; actualmente acoge a 360 internas de diferentes nacionalidades, donde algunas llegaron en situación de calle.
Desde su nombramiento como Papa, hace 11 años, el máximo pontífice ha celebrado cada año esta misa en algún centro de reclusión, para refugiados o enfermos.