El 16 de diciembre del 2009 la Marina llevó a cabo un fuerte operativo en una zona residencial al norte de Cuernavaca con el objetivo de capturar a Arturo Beltrán Leyva, uno de los máximos dirigentes del narcotráfico en México.
Su poder para traficar droga se extendía desde Colombia hasta Estados Unidos, y era de los más buscados por las autoridades mexicanas y estadounidenses, por lo que su captura era de vital importancia.
Tras varias horas de enfrentamientos, tensión e incertidumbre para los ciudadanos que no sabían que ocurría ante tal movimiento policíaco y el sonido de los disparos, cayó la noche que confirmaría un gran golpe para el grupo delictivo: Arturo Beltrán Leyva fue abatido en su departamento.
En el mismo lugar se encontraban tres narcotraficantes que también murieron en el enfrentamiento, y uno más decidió quitarse la vida al verse acorralado por los marinos y el ejército.
Apenas hace unos días la actual administración del Gobierno de México puso en subasta el domicilio donde murió Beltrán Leyva, el cual se mantenía en las mismas condiciones desde el enfrentamiento en aquella noche del 16 de diciembre. Finalmente logró ser vendido por 1.8 millones de pesos, es decir, apenas la mitad de lo que pensaban recaudar, pues aún tiene en las paredes los orificios de las balas que abatieron a quien fuera uno de los narcotraficantes más importantes en el país.