En el año de 1999, Liliana Martínez fue atacada por su ex pareja con un arma de fuego; la bala le entró por el cuello y se alojó en la columna, lo que le quitó la movilidad de sus piernas, así que sola y con esa discapacidad, tuvo que “luchar” por su hija para sacarla adelante.
“Fue en mi casa, fue por un asunto de alcoholismo, la persona estaba tomada, entonces se le hizo fácil. La verdad esto fue difícil porque la verdad cambia tu vida. La verdad salí adelante por la necesidad, de trabajar de mantener a mi hija, porque en ese entonces ella apenas había nacido”.
Cuando comenzó a pedir trabajo el primer obstáculo al que se enfrentó fue la discriminación, pero entonces siguió adelante y optó por ser comerciante; durante muchos años vendió productos de plástico con lo que pudo seguir adelante junto a su hija. “Para mi lo más difícil fue aceptar mi discapacidad, todo cuesta más trabajo, te cansas más y te tienes que cuidar más”.
“Ahora estoy en apoyo a la Asociación Civil Autonomía; Libertad y Movimiento, y también trabajo en el proyecto de enchúlame la silla. Yo vivo en Jiutepec y hay varios obstáculos y casi no hay movilidad para nosotros, te tienes que arriesgar y no toda la ciudadanía nos ayuda”.
Aunque también comentó que muchas veces un factor es que los discapacitados se puedan molestar, por lo que pidió a la sociedad que “se sensibilicen, ante la situación de las personas con discapacidad”.
Por su parte, esta agrupación informó que al menos en la ciudad de Cuernavaca, la mitad de los accesos y pasos para las personas en sillas de ruedas se encuentran dañados y de cada 10 calles sólo cinco cuentan con lugares adecuados para este sector.